Jueves 21 de abril, 2022
22:01
Ibas la otra tarde abrazada con un muchacho mechudo, ahí por el Morazán. Ambos con sus rostros amontonados de caricias y miradas juguetonas. En la noche, desde mi escritorio, escribí un manifiesto y le declaré la guerra a todos los ejércitos del mundo con mi letra y melancolía.