Recuérdame, Dios

Luciérnaga,

solitaria en la oscurana.

 

Memoria ligera,

flotando en la noche eterna.

 

Abrázame,

con tu gravedad masiva,

Señor de la entropía

y las supernovas;

antes de que me apague

y funda

en tus hornos del olvido.